Revelación y Inspiración

Revelación y Inspiración

November 9th, 1980 @ 8:15 AM

2 Timoteo 3:16

REVELACION E INSPIRACION Dr. W. A. Criswell 2 Timoteo 3:16 11-09-80     8:15 a.m.   Nuestro estudio de hoy se denomina Revelación e Inspiración. En 2 Pedro, se cierra el primer capítulo con estas palabras: ” que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, idias“, una palabra...
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REVELACION E INSPIRACION

Dr. W. A. Criswell

2 Timoteo 3:16

11-09-80     8:15 a.m.

 

Nuestro estudio de hoy se denomina Revelación e Inspiración. En 2 Pedro, se cierra el primer capítulo con estas palabras: ” que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, idias“, una palabra griega que se refiere a la titularidad de alguien; idias, traducido aquí “privada”. Para “interpretación”, “la palabra es epiluseōs, que significa “liberar, originar”. “Es” es la palabra ginetai, una palabra que significa “llegar a ser o existir. ”

Así que vamos a traducirlo exactamente como lo escribió Pablo, “Ninguna profecía llegó a existir por propio origen privado”, no salió de él. Entonces lo explica: “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” [2 Pedro 2:20-21]. Cuando nos dirigimos a 2 Timoteo capítulo 3, versículo 16; 2 Timoteo 3, versículo 16: “Toda la Escritura es inspirada por Dios… Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, ¡que prediques la palabra!” [2 Timoteo 4:1-2].

Ahora la palabra que coloreará en gran parte el mensaje de esta mañana es la palabra traducida aquí por “inspirada por Dios”, todo esto es la traducción de una palabra griega theopneustos. “Toda la Escritura”, e incluso el “es” está en cursiva en algunas versiones de la Biblia, lo que demuestra que no está en el original. “Toda la Escritura theopneustos“, literalmente, es “inspirada por Dios.” Theo es la palabra para “Dios”, pneustos proviene de pneuma, “aliento”, como cuando tenemos un neumático, es un neumático lleno de aliento, de aire, de viento; theopneustos, inspirada por Dios. La imagen es de un flautista que sopla en un instrumento: por tanto la Escritura es el vehículo, el instrumento en el que se sopla el aliento de Dios. Este vocablo tiene dos partes, como se puede ver, y tiene dos significados, cada parte tiene un significado. La primera de ellas, theo, “Dios”, el flautista, el que respira en la Palabra santa, el que revela la verdad divina. Las palabras que usamos “revelación, inspiración” son palabras latinas, revelorevelatio, revelo, es la palabra latina para “descubrir, poner al descubierto”, y revelatioes la palabra latina que significa “lo que está al descubierto, lo que se ve, lo que es descubierto.” En griego hay palabras idénticas para eso: apokalupto es la palabra griega para “revelar, desvelar.” Y apokalupsis es la palabra para “la revelación, el apocalipsis.” Esta es la primera parte de la palabra: la revelación de Dios, Aquel que descubre para nosotros la verdad que nadie podía conocer.
La segunda parte de la palabra es pneustos. Cuando usamos la palabra “inspiración”, que es una palabra latina, inspiro, significa “respirar”, y inspiratio es la palabra latina para “respirarción”. En griego pneuma, “aliento”, y empneó significa “respirar en”, en griego clásico, se utiliza para referirse a un flautista. Así que la palabra ilustra a Dios, que está usando un instrumento para revelar su verdad divina de la misma manera que un flautista sopla en su instrumento.
La revelación, por lo tanto, es una manifestación de la verdad que ningún hombre podía aprender por sus propios medios. Es algo que solo Dios conoce, que Dios tenía que desvelar, divulgar. Esa es la revelación. La inspiración es el agente sobrenatural del Espíritu Santo por el cual Dios hizo un registro de su auto-revelación, sin error, sin fallos. Esta es la revelación: cómo Dios creó el mundo en el principio. Nadie estaba allí, nadie lo vio y si se nos tenía que dar a conocer, Dios tenía que hacerlo. Esa es la revelación. Esta es la inspiración: que Moisés lo escribió, infaliblemente, sin error. Esta es la revelación: cuando Juan en la isla de Patmos ve todas esas revelaciones maravillosas de la consumación de los tiempos y del desenlace de la historia. La revelación, por lo tanto, se refiere al contenido, la manifestación de la verdad de Dios, y la inspiración se refiere a la transmisión de la verdad, que la tenemos cuando Dios se revela a nosotros.
Vamos a hablar primero de la revelación, la auto-revelación de la verdad de Dios, la verdad que nadie podría saber si Dios no se le revela. Hay tres hipótesis sobre la revelación que la hacen posible. Número uno, se supone que Dios es capaz y está dispuesto a comunicar la verdad a los hombres. La segunda hipótesis: que el hombre es capaz y está dispuesto a recibir la comunicación de Dios. Y en tercer lugar, que la comunicación nunca podría llegar a entender ni saber por sus propias facultades, y por sus propias fuerzas. Por ejemplo, el sol quema mi piel. No necesito una revelación para eso, eso es una experiencia, es una observación. Puedo ver eso, yo me quemo con el sol cuando estoy al sol. Pero esta es la revelación: ¿de dónde viene ese sol, y quién lo puso ahí? Puedo observar al sol por siempre y para siempre ; todos los científicos pueden hacer lo mismo, y nunca sabrán de donde salió ese sol, quién lo creó y lo puso allí, si no es por revelación de Dios.

Hay tres maneras en que Dios comunica su verdad divina al hombre. Uno, Dios la comunica a veces objetivamente, por manifestación externa. Dos veces, una en el Éxodo y otra vez en el Deuteronomio, por ejemplo, se dice que Dios escribió los Diez Mandamientos con su propio dedo [Éxodo 31:18]. Dios lo hizo, eso es una revelación externa de la verdad de Dios. Del mismo modo, cuando Belsasar estaba en su fiesta, el dedo de Dios escribió en el yeso de la pared. Eso es una manifestación externa de la revelación de Dios. Tenemos la más poderosa y maravillosa manifestación externa de la palabra de Dios en Juan 1:14: ” Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” Si usted quiere saber cómo es Dios, mire a Jesús. Si quiere escuchar a Dios, escuche a Jesús. Si desea seguir a Dios, siga al Señor Jesús. Esa es la primera forma de la revelación de la verdad de Dios, la manifestación externa, objetiva.

Una segunda manera en que Dios manifiesta su verdad divina es místicamente, por sueños y visiones. Cuando leemos en Ezequiel todas esas visiones maravillosas que él tenía, cuando leemos en Daniel los sueños y las visiones, o cuando leemos en la Revelación, el Apocalipsis, todas esas maravillosas e incomparables descripciones panorámicas del futuro, esta es la segunda manera en que Dios manifiesta su verdad divina, de forma mística, en sueños y visiones.

Una tercera forma en que Dios manifiesta su verdad es subjetiva. ¿Recordáis la lectura en el tercer capítulo de 2 Reyes? Cuando Eliseo estaba pidiendo la revelación de Dios, pidió que trajeran un tañedor y mientras el tañedor tocaba, la palabra de Dios vino a Eliseo, subjetivamente, en el corazón [2 Reyes 3:15-19]. Y así muchas veces en la Biblia leemos: Y la palabra del Señor vino a tal o tal mensajero, o tal o cual profeta. Verdad tan divina en la Biblia se revela también en el corazón del hombre, Dios habla a su corazón. Que Dios escriba sobre el yeso de la pared del palacio de Belsasar es una revelación objetiva de la verdad divina. Que Daniel fuera capaz de interpretar el significado de las palabras es una verdad divina que vino a Daniel subjetivamente en su corazón. Esas son las tres formas en que Dios nos da a conocer la verdad divina, la revelación.

Ahora, hay tres características de la revelación divina, como lo vemos en las Sagradas Escrituras. Número uno, que está siempre en movimiento, siempre es progresiva, nunca es estática. La verdad divina se mueve, se mueve de forma creciente e imparable, es característico de ella. Dios se mueve, y la revelación divina se mueve. Su creación, por ejemplo, es seguida por la redención, y la redención es seguida por la justificación, y la justificación es seguida por la santificación, y la santificación es seguida por la glorificación. Siempre hay un movimiento creciente e imparable en la revelación de Dios. Hay movimiento en ella, hay un desarrollo en ella. Según la capacidad del hombre en recibirla, y de acuerdo a la sabiduría de Dios, se presenta; por tanto la revelación se mueve, se expande, crece, es más patente, más visible y comprensible todo el tiempo.

Es como la unión de un río. Aquí y allá, los afluentes y el río finalmente crece con tremenda fuerza. Esa es la revelación de Dios. Hebreos 1:1 dice: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.” Acumula, acumula y acumula, hasta que finalmente es una gran corriente.

Una segunda característica de la revelación de Dios en la Biblia: es siempre maravillosamente armónica y congruente, y llega a alcanzar una meta maravillosa, tiene un propósito. La revelación es teleológica, tiene un diseño y un propósito en todas sus partes. En el principio, Dios enseñaba por arquetipos, costumbres y rituales, y el pueblo podía verlo y oírlo, la verdad de Dios es presentada en el arquetipo, en el ritual o en la costumbre. Pero todo esto tiene un propósito y un significado divino, se mueve hacia una tremenda verdad espiritual. En el Jardín del Edén, el hombre y la mujer hacen delantales de hojas de higuera para cubrir su desnudez [Génesis 3:7]. Pero Dios dice: “Así no”, y en el Jardín del Edén, en alguna parte, él mató a animales inocentes y les hizo abrigos de pieles para cubrir al hombre y su mujer. Una figura, un arquetipo, de la cobertura de nuestro pecado en el sacrificio carmesí de la vida [Génesis 3:21]. Así fue en el Jardín del Edén cuando el ángel, el querubín, enseñó a nuestros primeros padres a venir delante de Dios, cómo adorar al Señor con un altar y con un cordero sacrificial. Enseñanza, pero la enseñanza tenía un propósito enorme de divulgación en ella. Todo lo que Dios hace, es congruente y se mueve hacia una gran lección espiritual.

Ahora, cuando miramos a la iglesia, cuando vamos a los cultos levíticos en el Antiguo Testamento, los ritos eran inspiradores, los símbolos espléndidos y los cultos superlativos. Pero, en sí mismos, no habrían sido nada. Las ropas de los sacerdotes, el tabernáculo, el mobiliario del tabernáculo y todos los hermosos rituales de culto, todos ellos tienen un significado, tienen un propósito y apuntan hacia el sacrificio por nuestros pecados en el Señor Jesús. El cristianismo echó a un lado los arquetipos y los rituales y mostró a un hombre maduro. Esa es una característica de la revelación de Dios: es teleológica, tiene propósito, todas las cosas que lees en la Biblia tienen un profundo significado espiritual.

Una tercera característica de la revelación en la Biblia: es homogénea, está interrelacionada. Lo vemos en la creación de Dios. Todo el universo se rige por el mismo diseño, la misma mente infinita y las mismas leyes del Creador Todopoderoso. Si estuvieras en Marte, Saturno o en la estrella más lejana de las esferas siderales, encontrarías las mismas leyes de la creación que encuentras aquí. La misma mente infinita lo diseñó todo. Lo mismo que pasa en las matemáticas. Si vas a la geometría y al cálculo y hasta los confines de la geometría, encontrarás en todo ello la misma mente que encontramos en los más simples axiomas matemáticos. Todo es homogéneo. Es todo lo mismo. Tiene una mente. Lo mismo sucede con la revelación de Dios: toda es de una clase, está interrelacionada e interconectada y toda ella está de acuerdo. Esta parte nunca niega aquella otra parte, y esta parte nunca está en desacuerdo con esa parte, sino que es toda homogénea, todo concuerda. Esta es la revelación de Dios.

La verdadera comprensión de la transmisión de la verdad de Dios, la inspiración, es la siguiente: se hace dinámicamente bajo la supervisión y la dirección sobrenatural del Espíritu Santo de Dios. A medida que el hombre era movido por el Espíritu de Dios, eligía palabras y lenguaje, mientras Dios soplaba la verdad en su mente y en su corazón. Ahora bien, esto significa que Dios usó al hombre tal como era y utilizó las facultades del hombre, tal como las tenía, pero fueron inspiradas por el Espíritu de Dios, por lo cual escribieron la verdad de la revelación de Dios sin ningún error.

Dios no deshizo al hombre para hacerle escritor de la Biblia, él siguió siendo un hombre. Es exactamente como la zarza ardiente: la zarza ardiente sigue siendo un arbusto, aunque quema sin consumirse. Es como el cuervo: el cuervo sigue siendo un cuervo, aunque alimenta a Elías por indicación de Dios. Es como niños y lactantes de cuyas bocas Dios ordena alabanza, pero siguen siendo niños y lactantes. Así es la transmisión divina de la verdad de Dios, la inspiración de la Biblia: está Dios y el hombre. Se puede encontrar en la naturaleza de Cristo: Él es el Dios Hombre. Lo vemos en nuestra salvación: Dios tiene una parte en ella y nosotros tenemos una parte en ella. Lo mismo pasa con los escritores inspirados de la Biblia, siguen siendo hombres de acuerdo con su propia personalidad, facultades y genio, pero son inspirados por Dios para escribir la transmisión de la verdad. El hombre sigue siendo el hombre.

Dice la Biblia que Moisés fue educado en todas las artes y la sabiduría de los egipcios [Hechos 7:22]. Moisés fue educado en la corte, conocía la ley, y vemos como Dios utilizó la mente jurídica de Moisés para escribir la legislación mosaica. Isaías era un predicador de la corte, pulido en el más alto grado, volaba de una perorata maravillosa e incomparable a otra. Amós era un predicador rural, el olor del surco está en las palabras que Amos utiliza. Dios lo usó. David tenía genio poético y fuego, y Dios lo usó en las canciones, en los salmos de Israel, la Biblia llama a David “el dulce cantor”. Los proverbios salomónicos están escritos por el hombre más sabio que jamás haya existido. Jeremías es un profeta con el corazón roto, sensible, nunca se casó, lloró y se lamentó durante el cautiverio de Israel todos los días de su vida. Daniel es un profeta estadista, y habla de la trayectoria política de la historia humana. El doctor Lucas tiene una afinidad por la historia, por la afirmación de las cosas en perspectiva histórica. Por lo tanto escribirá su Evangelio de Lucas y el libro de los Hechos después de una cuidadosa observación histórica, dirá. Pablo es un teólogo rabínico – creció en la escuela de Hillel – y todo lo que escribe tiene razonamiento talmúdico, trasfondo teológico en ello. Es ante todo un teólogo. Y Dios usa a estos hombres tal como son, mientras presenta la verdad del Señor. Creo que así es la transmisión, la inspiración de la Biblia: Dios obrando en el hombre tal como es.

Existen las siguientes características en esta persuasión dinámica por las que creo en la transmisión, la inspiración de la revelación de Dios. Número uno: es plenaria. Toda ella es inspirada por Dios, desde el primer versículo hasta la última oración de bendición. Toda es inspirada por Dios, plena. En segundo lugar, es verbal, todas las palabras son inspiradas por Dios. No se puede tener música sin notas. No se puede tener las matemáticas sin cifras. Y no se puede tener la Escritura sin palabras. Y si la Escritura es inspirada, las palabras tienen que ser inspiradas. En tercer lugar, no solo es plena, no solo es verbal; sino que en tercer lugar, es sobrenatural. Presenta lo que ningún hombre podría escribir. Revela lo que ningún hombre podría saber. Y tiene un efecto que ningún hombre en sí mismo, nunca podría haber llevado a cabo.

El efecto de la predicación del Evangelio es milagroso. Mira a tu alrededor, justo sentado a tu lado puede haber un hombre, maravillosamente transformado, maravillosamente salvado, por escuchar la Palabra de Dios. Toda la familia se salvó, los hijos, el padre y la madre, los padres, todo el círculo del hogar rehechos por escuchar la Palabra de Dios: es sobrenatural. Es como la frase en la tumba de Sir Christopher Wren, que construyó la catedral de San Pablo en Londres, y está enterrado en ella. Encima de su tumba, se pueden leer estas palabras: “Lector, si monumentum requiris, circumspice. Lectorsi monumentum requiris, circumspice” Si estás buscando un monumento, mira a tu alrededor, mira a tu alrededor.” Si tuviéramos tiempo hoy, os haría poneros en pie. Hermano, levántate y dinos cómo Dios te sacó del hoyo cenagoso y puso tus pies sobre la roca. Madres de familia, poneos en pie y decidnos cómo Dios rehizo vuestra casa y vuestro hogar. Poneos de pie y decidnos cómo el Señor os ha librado de las tinieblas a su gloriosa luz de salvación. Eso es sobrenatural. Es milagroso. Y vivimos en ese tipo de mundo, en la plenitud de la fe de nuestro Señor Jesús, cuyo rostro se revela en las páginas de este Libro Sagrado.

Nuestro Señor en el cielo, ¡qué maravilla! ¡Qué maravilla, que la mente de Dios pudiera extenderse en su Libro! ¡Que en la lectura de estas páginas sagradas veamos el rostro de Jesucristo, escuchemos la voz del Todopoderoso! Él se acerca a nuestras almas y nos lleva a una hermosa fe y a un compromiso en Él. Bendito sea el nombre del Señor. Bendice al Señor, alma mía y todo lo que está en mí.